domingo, 18 de setembro de 2011


Anhelo su boca, su voz, su pelo. Silencioso y muerto de hambre, rondo a travs de las calles. El pan no me alimenta, amanecer me interrumpe, yo busca todo el dia para la medida lquida de sus pasos.

Tengo hambre de su risa lisa, sus manos el color de una cosecha salvaje, hambre para las piedras plidas de sus uas, yo deseo comer su piel como una almendra entera.

Deseo comer el rayo de sol que seala por medio de luces en su cuerpo encantador, la nariz soberana de su cara arrogante, yo deseo comer la cortina efmera de sus latigazos,

y establezco el paso alrededor de hambriento, oliendo el crepsculo, caza para usted, para su corazn caliente, como un puma en los barrens de Quitratue.

- Pablo Neruda
 
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